miércoles, 30 de junio de 2010

Por las ideas...

De mis lecturas y avances literarios de los últimos tiempos, a veces suelo releer y repasar el texto de Ernesto Sábato titulado "La Resistencia". Quisiera compartir algunas ideas, frases, citas que hace el autor en este singular libro y que mantienen mis idealismos románticos actualizados ya que, como es sabido, en una época como la nuestra en la que es difícil ser un soñador más vale pecar como idealista antes de corroer las esperanzas de un mañana mejor.
En torno a este premisa empieza la primera idea que llamó mi atención en el texto de Sábato:
I
"Pero si no nos dejamos tocar por lo que nos rodea no podremos ser solidarios con nada ni con nadie, seremos esa expresión escalofriante con que se nombra al ser humano de este tiempo, "átomo cápsula", ese individuo que crea a su al rededor otras tantas cápsulas en las que se encierra, en su departamento funcional, en la parte limitada del trabajo a su cargo, en los horarios de su agenda".
En algunos instantes mientras camino hacia la universidad, centro el rumbo tratando de entender la grandeza del volcán que observo en mi delante. Algunas veces levanto la cabeza por zonas en el centro de la ciudad encontrando nuevas dimensiones y grietas con detalles que jamás antes había podido observar. La gente me sonrie, qué más da, y es que he observado aquella catedral, aquellas iglesias, aquellos caminos tantas veces y siempre encuentro algo nuevo de lo cual me debo asombrar. Sin embargo, bajo esta observación también se puede apreciar (y no se necesita ser tan observador para eso) que los turistas quedan maravillados con el estilo de las construcciones que tienen al frente, mientras que nosotros -debe ser por el constante trajín- ya ni siquiera queremos sorprendernos de la belleza de nuestra ciudad, tal vez por estar encapsulados en aquel "átomo cápsula", qué sé yo.
II
Como dijo Gandhi: "No quiero cerrar los cuatro rincones de mi casa ni poner paredes en mis ventanas. Quiero que el espíritu de todas las culturas aliente en mi casa con toda la libertad posible. Pero me niego a que nadie me sople los peones. me gustaría ver a esos jóvenes nuestros que sienten afición a la literatura aprender a fondo el inglés y cualquier otra lengua. Pero no me gustaría que un solo indio se olvidase o descuidase su lengua materna, que se avergonzase de ella o que la creyese impropia para la expresión de su pensamiento y de sus reflexiones más profundas. Mi religión me prohibe hacer de mi casa una prisión".
Y cuántas prisiones avisoramos en los linderos del Perú. Si en el Paraguay se enseña con orgullo el guaraní, por qué el desprecio y el oprobio a las lenguas maternas de este país. Desconcertado me siento al no poder hablar la lengua que más caracteriza al sur peruano, me refiero al quechua. La riqueza de este lenguaje que es propio de un linaje de sangre de reyes como fueron los Incas merece, por el contrario, el acercamiento más directo con nuestra propia sangre y con nuestra proppia historia. Sin mebargo, parte del problema del desprecio al idioma se centra en personajes como el famoso filósofo san marquino Deustua, el cual despreciaba al indígena al modo tal de aseverar de que nunca podría "civilizarse".
Sostenemos fírmemente que el desprecio al idioma es el desprecio al indígena, que durante décadas ha marcado la división de nuestros pueblos en grietas escindidas por el racismo injustificado y el afán de poder de los acaudalados magnates del país. Una raya más al tigre.

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